Mira que me gustan poco las estadísticas, pero casi a punto de finalizarlo, este año he escrito un 61,54% menos que el año pasado y un 75% menos que en 2013. Si me baso en la premisa de "se escribe más cuanto más jodido está uno", puedo inferir tranquilamente que en 2013 estaba un 300% más jodida que en 2015, y que en el año 2014 me recuperé en un 46,67%.
En 2012, que fue cuando cerré otro blog precioso que tenía y abrí este, escribí solamente un 37,5% más de lo que llevo escrito desde enero, una diferencia bastante ridícula si tenemos en cuenta que en cuanto publique este concienzudo estudio, la diferencia se reducirá al 25% y en cualquier momento de aquí a final de año, con alguna carta a los reyes magos y otras dos chuminadas estaré, estadísticamente, igual de jodida que en 2012.
Ahora bien, supongamos que este año el motivo para escribir menos no es que esté un 60% igual de jodida que en 2012, ni un 469% más desesperada que en 2013, sino que todo sea producto de estar feliz y contenta. Eso significaría que 2013 fue un 75% más mierder que 2015 y que en 2014 ya se veía el repunte de mi estado de ánimo hasta en un 39%, dato que me predisponía bastante a escribir menos.
Según estos cálculos, 2015 ha pasado un 87% más rápido que 2012 y un poquito menos que 2014, la diferencia es desechable; 2013 fue algo más raro, no puedo dar cifras.
Si sacamos la media por años, estoy en condiciones de afirmar que en 2016 voy a escribir aproximadamente unos 11 post, que supondrán un 24,44% de todo lo que llevo escrito hasta ahora en este blog, y que si sumo todas las cifras que he escrito hasta aquí, exploto.
Joder, qué poco he escrito este año y qué poco me gustan las estadísticas.